miércoles, 23 de diciembre de 2009

Compromiso

No sé por qué de pronto siento que las mujeres me miran, que llamo la atención.
Desde que…
Estoy comprometido.

Le di la llave del departamento a Gisella hace un par de tres meses.
Comenzaba a quedarse a dormir seguido conmigo, y a veces ella salía más temprano del trabajo. Me facilitaba las cosas el darle una copia de la llave y dejar que ella vaya avanzando sus cosas en el departamento hasta que yo llegara.
Pronto Gisella se adueñaría de un espacio de mi baño, de mi refrigeradora y luego de mi clóset, empezando claro por invadir un cajón con una bata muy sexy que usaba cuando se quedaba a dormir, la cual le regalé.
El haberle dado una copia de la llave era excelente. Encontraba los platos limpios, ¡la cocina limpia!, mi cama tendida, la ropa recogida del suelo, y algunas veces incluso encontraba algo de comer y/o la lavadora encendida centrifugando mi ropa, y ¡no en domingo!
Me sentía también un poco mal porque al parecer me aprovechaba de ella y tomaba el rol de mi chacha, pero ella parecía disfrutarlo. Una de las razones por las que le pedí matrimonio: Se siente bien ayudándome.

Gisella es muy bonita, graciosa, inteligente, tiene gustos raros para leer, pero fue por eso que la conocí. Estábamos en el comedor de la oficina y todos comentaban del regalo que le había dado Gisella a Jesús, su entonces enamorado, que era también un compañero de trabajo. “El amor es un perro del infierno” no me pareció un libro apropiado para regalar en el primer aniversario, y todos estaban de acuerdo en lo mismo ese día en el comedor. No sabía en ese tiempo quién era Gisella, sólo me pareció una chica extraña. Sin embargo, no fue hasta el intercambio de regalos de navidad del 2005 que la conocí más, cuando me tocó darle regalos. No sabía qué regalarle, otro libro raro. Le pedí a una amiga suya que averigüe qué le gustaría recibir, ella sólo respondía algo bonito y útil. Eso me dejaba sólo 200 opciones. Decidí entonces regalarle una cartera que no le gustó. En aquel intercambio ella se quejó públicamente de su amigo secreto a quien adjetivó de extremadamente tacaño. Al saber que yo era su amigo secreto sólo sonrió y agradeció aunque se notaba que no le había gustado su regalo. Por alguna extraña razón me daba pena porque yo quería que le gustara, me parecía una chica difícil de complacer y me sentía decepcionado. Después de recibir mi regalo se acercó nuevamente y me dio un regalo diciéndome que ella era mi amiga secreta, que se retractaba de decirme tacaño porque ella tampoco me había dejado dulces ni regalos durante los días previos. Me regaló un libro y un CD de Soundgarden, grupo que alguna vez escuché al pasar por su sitio y le pregunté quién cantaba esa canción (ahora sé que la canción es Black Hole Sun). El libro era La casa de los espíritus.
Tampoco me parecía apropiado que me regalara un libro, pero cuando abrí el libro vi una dedicatoria:
En el CD está la canción que me preguntaste el otro día. La reconocerás cuando la escuches, espero.
Si no la reconoces porque hay otra canción que también te gusta, te felicito, tienes buenos gustos musicales.
Sobre el libro, no te preocupes, tiene dibujitos.

Abrí distintas páginas del libro y vi que había puesto hojas con dibujos en distintas partes de éste. Me pareció recontra creativa y detallista, pues alguna vez había escuchado que sólo leo cuando tiene dibujitos.
Fue entonces cuando me sentí mal de haberle dado aquella cartera que no le gustó y decidí invitarla a salir para reivindicarme. Ella aceptó, pero su enamorado no estaba muy de acuerdo, aunque terminó aceptando.

Gisella no sabía a dónde ir, decía que yo decida, pero se trataba de reivindicación, por tanto, ella debía escoger, y escogió lo correcto: Bembos.
Reímos mucho mientras comíamos, luego fuimos a la fiesta institucional, bailamos, cantamos. Nos divertimos mucho. Todos menos su enamorado.

Ese sería el último mes de Gisella en la oficina, no había conseguido el ascenso pues a mí me lo dieron, pero había conseguido un mejor trabajo, aún mejor que el mío. Intercambiamos correos antes que se fuera y prometí escribirle cuando acabe de leer el libro, y celebraríamos finalmente con el traguito que no me aceptó en navidad.

La historia es predecible, su enamorado se volvió celoso, ya no se llevaban bien, ella salía tarde de la oficina, dejaban cada vez de tener menos cosas en común, y aparecía un muchacho guapo en su panorama, quien la invitaba continuamente a tomar un traguito. Cuando finalmente terminé de leer el libro, recuerdo que fue un sábado a la 1 de la madrugada, la llamé al celular y le dije que me debía un traguito. Ella sonrió y me dijo que le caería bien en ese momento. Acababa de terminar con su enamorado, él había terminado con ella.
Antes de aceptarme el traguito me tomó un examen para saber si realmente lo había leído, y como aprobé se tomó un par de tres traguitos.
La historia es predecible, pero terminamos enamorándonos.

Mis amigos dicen que me he vuelto pisado, mis amigas dicen que he desaparecido y que nunca me dan permiso, pero realmente me gusta quedarme con ella en el departamento, y cuando salgo me gusta salir con ella. Ya habían empezado a acostumbrarse mis amistades, sin embargo, desde que lancé la noticia: Estoy comprometido, recibo más mensajes en mi celular, tengo la bandeja llena, mi hi5 tiene más visitas, y son en su mayoría féminas. Me siento acosado, siento que me quieren hacer pecar y desistir de la idea del compromiso.
¿Compromiso?
Pero si estamos juntos hace casi 3 años, tampoco nos vamos a casar el próximo mes, pero siento que el haberle dado ese anillo me ha dado un poder extraño, de pronto soy atractivo y popular. Mis amigos quieren que nos salgamos a estropear el hígado, y mis amigas y otras amigas que me agregan al hi5 (sin invitación mía, y sin conocerlas) quieren salir conmigo, tomar una cervecita. El poder del anillo.
Gisella dice pasar por lo contrario, de pronto la tratan de “señora”, lo cual no le agrada mucho.
Me veo atrapado entre mujeres y perdición, trato de evitar recaer, pero es difícil. No puedo dejar de imaginarme con diferentes mujeres, o perdiéndome con los amigos, estropeando el hígado como en los viejos tiempos, pero el compromiso me llama, no sé si siento una obligación, pero siento que ella es la persona para mí, aunque no dejo de sentirme con remordimientos de conciencia, aún cuando no haga nada, y sólo piense en cómo sería, y en lo que haría.
Por el momento me declaro comprometido, amarrado y pisado por una mujer que se dio el trabajo de hacer los dibujitos a todo el libro de Isabel Allende para que pueda leerlo, porque a pesar de mis inseguridades machistas, típicas, y por tanto, molestas, estoy comprometido.

[Fuente: Crónicas de una Chica Fantasma]